Por una estrecha carretera algo maltratada, caminaban un hombre y una mujer de edad avanzada. Era una noche más oscura de lo habitual. La luna se escondía entre las nubes y de vez en cuando se asomaba entre las copas de los árboles.
Aquella mujer desconocía el lugar al cual se dirigía, el camino era algo entretenido e interesante. No se podía ignorar lo que pasaba, hasta el más pequeño movimiento, producía esa sensación de incertidumbre y de miedo que sólo ese tipo de lugares pueden producir. Es cuando se generan esos momentos extraños en que el corazón se acelera y luego se detiene de un solo golpe. En un instantante nuestra mente envilece como si imaginariamente crearamos a un ser capaz de leer nuestros pensamientos y de escuchar hasta el más pequeño de los latidos de nuestro órgano más vital.
De repente las sombras de los árboles cambiaron. Por un instante el viento parecía agitarse más fuerte. Qué momento tan mórbido. Tres siluetas que colgaban de un hilo aparecieron dibujadas en el camino. Las miradas de la pareja se levantaron de golpe en aquel momento. Había tres personas colgadas de distintos árboles. Habían sido ahorcadas.Y no había señales de saber si por decisión propia o por un oscuro asesinato.
Corrió la pareja asustada en medio del bosque. Mientras más corrían más les pesaban las piernas y más asustados se sentían. Los árboles cada vez eran más grandes. Parecía que los observaban. Esos viejos y extraños troncos por momentos daban la impresión de convertirse en deformes miradas humanas.
Divisaron a lo lejos un cabaña vieja y corrompida por la oscuridad y la hierba. Entraron lo más rápido que pudieron y cerraron la puerta. Sus respiraciones agitadas confirmaron a su mente lo cansados que estaban. Habían corrido más de lo que sus cuerpos podían soportar. Ellos sentían y sabían que algo los estaba buscando allá afuera y probablemente tendrían el mismo destino que los hombres que habían encontrado antes en el bosque.
Nerviosamente observaron a través de las ventanas de la cabaña. Parecía no haber nadie. Hasta que vieron la pequeña silueta de un niño que apuntando hacia la casa. El terror en aquel momento fue total. Azotando la puerta trasera de la cabaña salieron a toda prisa entre la maleza. Corrieron y corrieron de nuevo. Hasta que la mujer recordó que había dejado en la cabaña su bolso con todo lo que poseía de dinero. Decidido a salvar su vida antes que la de su mujer, aquel hombre continuó su camino. La edad comenzaba a cobrarle caro su fatiga. Pero la mujer no quiso seguir. Y volvió a toda prisa por lo más importante hasta ese momento en su vida. Corrió de nuevo hasta que a lo lejos pudo ver la puerta abierta del lugar. Entró a toda prisa y una vez dentro. La rodearon una docena de extraños espectros amorfos, la miraron y ella ya no puedo moverse. Lo único que buscaban era quedarse con ella y llevársela a las profundidades del bosque. Nunca más se volvió a saber de ella.
Cuentan las leyendas que aún en las noches más oscuras del bosque, se la puede escuchar corriendo entre la hierba.
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