En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos no acumulen ustedes tesoros en la tierra, donde la polilla y el moho los destruye, donde los ladrones perforan las paredes y se los roban. Más bien acumulen tesoros en el cielo donde ni la polilla ni el moho los destruye, y no hay ladrones que perforen las paredes y se los roben; porque donde está tu tesoro allí también está tu corazón.
Tus ojos son la luz de tu cuerpo, de manera que si tus ojos están sanos todo tu cuerpo tendrá luz. Pero si tus ojos están enfermos, todo tu cuerpo será oscuridad, "y si lo que en tí debería ser luz, es oscuridad, cuán negra será tu propia oscuridad" (Mt 6,19-23).
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